miércoles, 26 de noviembre de 2008

PANFLETO PRESENTACIÓN

Diapositiva 1La facultad no es sólo un lugar de estudio. Esta etapa está llena de proyectos, de ilusiones, de vida…por eso, creemos que hay que cuidar y velar porque sea lo más gratificante posible para todos.
Lo importante es analizar y trabajar juntos en un proyecto que abarca muchos otros: mejorar día a día nuestra convivencia. Por esto es muy importante preservar y defender valores como la universidad pública, laica y universal.
El Espacio Europeo de Educación Superior, la falta de actividad y
representación estudiantil y el absoluto abandono decanal, nos deja ante la necesidad de poner a disposición nuestros objetivos, nuestros planes, nuestras intenciones e invitaros alegremente a que participéis en ellos. Por eso mismo somos una asociación asamblearia, horizontal y abierta a cualquiera que tenga un espíritu combativo y quiera implicarse de alguna forma en construir un espacio para ser escuchados, un espacio donde poder demandar nuestros derechos, un espacio creado por y para los estudiantes.

Por estos motivos nos hemos organizado un grupo de compañeros de esta facultad, para defender todo
aquello que creemos que debe ser inherente e inmutable a la dignidad que nos corresponde como futuros filólogos.

Esperamos y deseamos que nuestro esfuerzo y trabajo sea recompensado con una universidad cada vez
mejor, y que éste sea el principio de algo que acabaréis considerando vuestro.

(Puño Y Letra)

martes, 17 de junio de 2008

La universidad y el futuro del conocimiento.

Hace más de tres años, 3.000 profesores e investigadores de Universidad firmamos el Manifiesto “¿Qué Educación Superior?”, redactado por un grupo de profesores de la UCM (“Profesores por el Conocimiento”), en el que expresábamos nuestra grave preocupación ante la orientación del proceso de construcción de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Entre las preocupaciones entonces apuntadas se encuentran las siguientes: que la transformación de la Universidad se realice sin el indispensable debate público y sin tener en cuenta las opiniones de profesores y estudiantes; que se menosprecien demandas sociales, desligadas de intereses mercantiles, como la adquisición de una sólida formación en determinadas especialidades científicas o humanísticas; que los cambios no tengan en cuenta las características y necesidades de cada uno de los estudios universitarios y se aplique un modelo único para todas las titulaciones; que la adaptación de los estudiantes al mercado de trabajo sea la finalidad única de la formación universitaria y que, por tanto, el énfasis no se ponga en los contenidos, los conocimientos, sino en la adquisición de habilidades y destrezas; que la transformación suponga un aumento desmesurado del trabajo burocrático del profesor, consumiendo la mayor parte de sus energías en claro detrimento de la calidad de la docencia; que
en la valoración de ésta se evalúe el uso de ciertas metodologías y nuevas tecnologías independientemente de lo que debería ser lo fundamental: los contenidos y los resultados; o que se afronten las reformas sin un estudio serio, e indispensable, de las necesidades económicas y de los recursos materiales y humanos necesarios para llevarlas a cabo.

Tres años después hay más elementos de juicio para que la comunidad académica pueda valorar si estos temores eran infundados. Por nuestra parte sólo podemos suscribir las palabras del Rector de la UCM quien, en su reciente artículo “Sí a Bolonia, pero no así” (El País, 9/6/2008), manifiesta que “los peligros … son reales”, si bien “no deben ser imputables a Bolonia”. En efecto, como siempre hemos mantenido, otro proceso de convergencia con Europa es posible, desde la afirmación y confirmación de la Universidad como institución cuya tarea es la creación del conocimiento mediante la investigación y su transmisión mediante la docencia. Bienvenido todo aquello que contribuya a ese objetivo fundamental, siempre que no se confundan en ningún momento los medios con los fines. Pero cuando la evaluación de la calidad de la docencia se orienta no a los contenidos y resultados docentes sino a las metodologías y herramientas utilizadas, presumiendo, además una deficiencia pedagógica indiscriminada del profesorado con independencia de su experiencia y de su buen hacer, algo va muy mal en un proceso de supuesta mejora de la Universidad. ¿Es imaginable una descalificación parecida de los jueces o los médicos como consecuencia de cualquier proceso de europeización?

Del mismo modo, alguien tiene que explicar qué tiene que ver el reconocimiento de títulos o la mayor movilidad entre universidades europeas con medidas tales como la supresión de titulaciones (p.ej., Filologías), inevitable si se exige un número determinado de estudiantes de nuevo ingreso para la aprobación de una titulación de grado, o la eliminación, por parecidos criterios, de asignaturas optativas, pese a que universidades como la UCM dispongan, en ambos casos, de recursos para mantenerlas.
Deberíamos recordar la Declaración de los Rectores de las Universidades Europeas en 1988, quienes definieron la Universidad como una institución autónoma, que “de manera crítica, produce y transmite la cultura por medio de la investigación y de la enseñanza (…) con independencia moral y científica frente a cualquier poder político y económico”, y que atribuyó a los profesores la tarea de “transmitir el saber”, o sea, los conocimientos producidos a lo largo de
generaciones, y a los estudiantes “el derecho de enriquecerse con ello”. Desde estas palabras de la Carta Magna de las Universidades Europeas, sí a Bolonia, pero con estas premisas. La UCM tiene la responsabilidad de impulsar un cambio de rumbo en el ámbito de las decisiones que le competen y la posibilidad de liderar un proceso de convergencia real acorde con el compromiso que la institución universitaria ha de tener con el conocimiento. Cada vez queda menos tiempo.

Por Julia Téllez
Profesora de la Facultad de Ciencias Físicas.

lunes, 21 de abril de 2008

"El castellano no está perseguido; ésa es una polémica ficticia." Entrevista a Juan Carlos Moreno Cabrera.

JUANMA ROMERO - Madrid - 21/04/2008 04:58

Lo que comienza justo aquí no es sólo Lingüística. Y, sin embargo, se hablará mucho de lengua. Hay más. Hay política. ¿Qué es si no la eterna disputa catalán-castellano? Juan Carlos Moreno Cabrera (Madrid, 1956), catedrático de Lingüística General de la Universidad Autónoma de Madrid, quiere entrar en el debate. Pero para decir justo lo contrario de la tesis oficial. Para decir que, aunque no se reconozca, y muchos de sus colegas lo nieguen, existe un nacionalismo lingüístico “excluyente”. Que el Estado no acepta la verdadera diversidad de lenguas. Que no fomenta el plurilingüismo. Que el castellano no está perseguido en Catalunya, en Euskadi o en Galicia. Y lo expone en un libro duro, “comprometido”, El nacionalismo lingüístico. Una ideología destructiva (Editorial Península), en la calle desde hace un mes.

Su postura choca con la ortodoxia.
Sí, lo sé. Pero no dejaré de defenderlo. Existe una ideología muy desarrollada, un nacionalismo lingüístico de Estado, aunque se esconda. El Estado ha presentado el español como la lengua de bien común, la de interés nacional, la superior, la que beneficia a todos y a todos nos hace iguales.

¿Un nacionalismo disfrazado?
Obvio. El Estado podría ser no nacionalista. Neutral con respecto a las lenguas. No es así: concibe y promociona al castellano como un valor cívico y por encima de las diferencias étnicas, de las identidades nacionales. Se dice que el español estándar, el de la Real Academia [RAE], es neutral, cuando no es más que el desarrollo de una variedad, del castellano. ¡Claro que está étnicamente determinado! Una prueba: la pronunciación del español culto coincide con el castellano de Madrid o Valladolid. La tesis de que hay una lengua supranacional, más rica y útil para la comunicación, es ideología. Ocurre lo mismo con el inglés o el francés.

¿No es natural que una variedad se imponga a las demás?
No, porque las lenguas tienden a diversificarse a medida que se expanden y se mezclan con otras. De ahí que un hablante de Cádiz sepa distinguir a uno de Sevilla. Los procesos de estandarización, en cambio, sí son artificiales. Y para ello hace falta un Estado unificado y una estructuración política y económica determinada. La creación del Estado moderno conlleva esa concepción unitaria de la lengua. Censuro por eso a los lingüistas que, sabiendo que es un proceso político, lo ocultan para justificar una lengua que venden como superior.

¿Pero por qué lo han hecho?
La Sociología de la Ciencia tiene más peso de lo que se cree. Los investigadores quieren recibir subvenciones, que sus resultados sean aceptados por la comunidad científica, no marginados. Si yo no tuviera puesto fijo, quizá no me habría atrevido, por supervivencia. Ahora soy más libre.

Quizá no veían esa conexión Lingüística-Política que señala.
¡Yo intento disociarlas! Hacer lo contrario que mis colegas, que las mezclan y no lo dicen. El motor que me lleva a escribir este libro sí es ideológico. Me opongo al imperialismo, al libre mercado… Pero no uso la política para hacer esa disección, sino sólo razonamientos lingüísticos.

¿No busca provocar?
No por mis palabras. Son las de todos los expertos que menciono. Mi libro es casi una antología de 300 pasajes de lingüistas como Menéndez Pidal, Manuel Alvar, Amado Alonso… Elijo textos significativos, duros, transparentes, donde se ve su ideología.

¿Cuándo y cómo se apuntala el nacionalismo castellano?
Comienza en el siglo XIII, cuando Alfonso X el Sabio opta por una variedad concreta como lengua literaria y de la administración. Ya es la elección del Estado. La preeminencia del castellano continúa y se afianza en el siglo XVIII. El proceso es doble: las élites dominantes procuran que su variedad sea la más poderosa y a la vez las clases populosas imitan esa forma de hablar porque es símbolo de prestigio. Las lenguas estatales no surgen, pues, por instituciones como la RAE. Éstas regimentan la variedad impuesta antes por razones políticas, económicas y demográficas.

Y Franco ayudó a esa supremacía.
El nacionalismo lingüístico cree que sólo hay una lengua en el Estado, la española, y ésa es la lengua nacional por antonomasia. Las otras son secundarias. Esa ideología existe antes y después del franquismo, no es exclusiva de él. La dictadura es sólo la manifestación más contundente de la lengua-nación, vehiculada en la escuela. ¿Por qué aún hoy escritores catalanes publican en castellano?

¿El pluralismo es una entelequia?
En las sociedades occidentales es muy difícil porque el sistema educativo no lo promueve. En algunas comunidades pequeñas, sí existe.

Su libro sale en medio de la furia por el conflicto lingüístico.
La pelea de intereses es política: la concepción monolingüe del Estado castellanista y la concepción plurilingüe que los catalanes tienen de España.

El PP o el partido de Rosa Díez ven persecución del castellano.
No, no es así. Cuando se intenta que el catalán ocupe en Catalunya espacios antes ocupados por el castellano, se entiende por persecución, algo absurdo y estúpido. Lo que se teme es la posibilidad, muy remota aún, de que el catalán sea la lengua dominante en Catalunya. ¿No sería eso lo normal, siendo cooficial?

¿La polémica es ficticia, pues?
Sí. Trasluce ese miedo sin fundamento. ¿Se va a perder el castellano, con 400 millones de hablantes?

Pero puede haber desigualdades. En oposiciones, por ejemplo.
Ése es un problema del monolingüe, no del bilingüe. Un catalán, un vasco o un gallego tiene derecho a que se le enseñe en su lengua materna en todo el Estado. Sí se garantiza lo contrario, que un madrileño pueda estudiar castellano en Catalunya. ¿No somos todos iguales?

¿No es un paroxismo que se multe por no rotular en catalán?
Si las sanciones sirven para promover la lengua, las apruebo. Como socialista, y no del PSOE, soy partidario de pagar para bienes sociales.

Dice que no hay partidos de ámbito nacional plurilingües.
No. Sólo podría ser IU, pero la izquierda ha renunciado hace tiempo a esa consigna, como al derecho de autodeterminación, que respaldo.

¿Por qué, por miedo? En campaña se vio lo sensible del tema.
Depende de dónde. En Catalunya sí que es rentable el asunto, donde el PP no tiene nada que hacer.

Porque para la derecha es una de sus batallas ideológicas, ¿no?
Sí, concibe España como una única nación, indivisible, con una lengua nacional posible, el castellano.

No deja de ser sorprendente que usted, madrileño, defienda las tesis nacionalistas periféricas.
También yo tenía prejuicios, pero concluí, tras leer mucho y estudiar idiomas, que aquello que nos decían de lenguas más fáciles y aptas no tenía fundamento lingüístico, sino ideológico. Lo expuse en La dignidad e igualdad de las lenguas, en 2000. A partir de ahí seguí investigando y encontré más argumentos.

¿Sabe que le citan en foros nacionalistas e independentistas?
Sí, ellos lo agradecen mucho. Hasta ahora sólo les llegaba desde Madrid que su lengua no valía nada, y sí el castellano. Pero no lo he escrito para que me aplaudan. No soy dogmático y no descarto estar equivocado. Ésa es una actitud científica.

http://www.publico.es/agencias/072673/lingista/castellano/catalan/moreno/cabrera

La profesión de profesor.

Manifiesto de la Junta de la Facultad de Filosofía de la UCM sobre el nuevo "máster profesional de profesores de educación secundaria y bachillerato" (29 de enero de 2008)


La Junta de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, en su sesión extraordinaria del 29 de enero de 2008, acuerda expresar públicamente su disconformidad con el Anexo a la Orden ECI/3858/2007 de 27 de diciembre de 2007 (BOE, 29-XII-2007), el cual establece los requisitos de los títulos de Máster que habilitan para el ejercicio de la profesión de Profesor de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato. Tras los estudios de Grado, reducidos a cuatro años y “cuya finalidad es la obtención de una formación general” (Art. 9.1 del Real Decreto 1393/2007 de Grado y Postgrado), el acceso a dicha profesión exigirá cursar un Máster de 60 créditos de orientación prioritariamente psicopedagógica y didáctica, con muy escasa formación adicional en las diferentes disciplinas.

Denunciamos que lo anterior comporta una clara opción por la rebaja de la formación académico-científica del futuro profesor en su campo de conocimiento, lo que ha de repercutir negativamente en la calidad de la Educación Secundaria y Bachillerato. La formación pedagógica del profesorado no debe obtenerse a costa de dicha formación académico-científica. Y la sociedad debe ser consciente del ataque al principio democrático de igualdad de oportunidades que este tipo de medida lleva consigo. En efecto, garantizar la transmisión de la ciencia y la cultura a todos, en las condiciones intelectualmente más exigentes, es quizá la única manera efectiva de contrarrestar las formas de discriminación que generan las desigualdades socioeconómicas. La enseñanza preuniversitaria debe ofrecer los mejores estudios a todos los ciudadanos, con independencia de sus condiciones económicas, y esto requiere un profesorado excelente en las respectivas disciplinas; y en cualesquiera centros, ya sean públicos o privados.

Denunciamos la simplificación del diagnóstico que atribuye los variados y complejos problemas del sistema educativo a una supuestamente indiscriminada falta de preparación psicopedagógica del profesorado. Dichos problemas tienen causas de índole social, económica y política, que no se resuelven en modo alguno disminuyendo la formación teórica específica de los profesores. No negamos la conveniencia de agregar a esta formación teórica una verdadera etapa de prácticas. Pero nos oponemos a una ampliación del actual “Certificado de Aptitud Pedagógica” (CAP), cuyos deficientes resultados son por todos conocidos y que es lo que, en el fondo, significan estos nuevos másteres profesionales.

Denunciamos, asimismo, las consecuencias negativas que los citados Másteres en cuestión tendrán para el desarrollo de una carrera investigadora, sobre todo, en aquellas titulaciones cuya salida profesional principal es la Enseñanza Secundaria Obligatoria y el Bachillerato. Una vez en posesión del título de Grado, el graduado habrá de elegir entre lo siguiente: 1) o bien cursar un Máster de investigación, a fin de alcanzar la necesaria formación superior especializada pero que no habilita profesionalmente para ejercer como profesor; 2) o bien cursar un Máster profesional, que no sólo habilita para ejercer dicha profesión, sino que también da paso legalmente a la condición de investigador, aunque de ningún modo proporciona la formación para ello. Es obvio que sólo aquellos graduados que económicamente no necesiten plantearse una salida profesional inmediata podrán decantarse por la primera opción, en tanto que los que hayan de seguir la segunda no estarán en las mejores condiciones teóricas para competir en el campo de la investigación. Por otra parte, sólo quienes tengan sobrados recursos económicos podrán costearse ambas modalidades de máster, mientras que los que carezcan de semejantes recursos habrán de optar por uno de los dos y es razonable pensar que elegirán aquel que legalmente ofrece ambas posibilidades, la profesional y la investigadora.

Denunciamos que, a consecuencia de lo expuesto en el punto anterior, muy pocos graduados podrán cursar estudios de Máster distintos de los profesionales, por lo que las Facultades que tienen la Enseñanza Secundaria como principal salida profesional de sus estudiantes verán muy reducidas sus posibilidades de ofrecer Másteres de investigación, con las consecuencias negativas que ello tendrá en la preparación de sus doctorandos así como en la calidad de la investigación en nuestro país.

Solicitamos, en consecuencia, la derogación del Anexo arriba mencionado y que el acceso a la profesión de Profesor de Educación Secundaria venga dado a través de Másteres que amplíen y profundicen en la formación académico-científica de los profesores en sus materias específicas.

Solicitamos también que la necesaria formación específicamente pedagógica para ejercer la profesión de profesor se obtenga a lo largo de un periodo razonable de prácticas remuneradas (por ejemplo, un año) mediante un sistema formativo análogo al actual MIR en Medicina. Sólo la conjunción de una excelente preparación teórica (en contenidos de la materia) y práctica, puede dotar al sistema educativo español de los mejores profesores.

Invitamos a cuantas Juntas de Facultad de las Universidades, sociedades académicas, profesores, etc. compartan estos puntos de vista a sumarse al presente documento.

http://fs-morente.filos.ucm.es/manifiesto/index.htm

sábado, 12 de abril de 2008

15 de abril: elecciones en Filología.

Este martes, día 15, hay elecciones a representantes en Claustro y Junta de Facultad de Filología. Nuestra candidatura, que defenderá las veinte propuestas abajo publicadas, es la siguiente:


Claustro:
Javier Menéndez Mateos

Junta de Facultad:
Laura Aldaz Casado
Javier Menéndez Mateos
Marion Pilastre Dena
Iván Rodríguez Vilanova


El horario de votación será de 09:00 a 20:00 horas. Las mesas electorales estarán en la Sala de Juntas de la Facultad de Filosofía y Filología A.

Propuestas.

- Paralización de la desaparición de Filologías.

- Transparencia en el destino del dinero de nuestras matrículas.

- Aula autogestionada por las/os estudiantes.

- Posicionamiento del Decanato y la Junta de Facultad en contra de esta Convergencia Europea (Máster en Formación del Profesorado / CAP, Grados, Préstamos-Renta y Tasas).

- Creación de una Asociación de Filólogas/os.

- Reglamento de exámenes.

- Accesibilidad de los edificios para las/os minusválidas/os.

- Mejora de las bibliotecas, las aulas y el mobiliario.

- Espacio común para Filología.

- Aparcabicis en la Facultad.

- Retirada de las cámaras de videovigilancia, tanto dentro como fuera de la Facultad.

- Laicización de la Facultad.

- Mayor número de microondas.

- Menú vegetariano en la cafetería.

- Café de comercio justo.

- Control de la subcontratación, por los derechos de las/os trabajadoras/es.

- Uso de papel reciclado en todos los documentos de la Facultad.

- Paro informativo cada vez que se realice una Junta de Facultad.

- Mayor difusión de las convocatorias electorales.

- Tarjeta de fotocopias gratuitas.

miércoles, 9 de abril de 2008

El tren de Bolonia arranca (¡desgraciadamente!) con los primeros cuarenta y ocho grados.

El Consejo de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid aprobó el pasado 3 de abril los cuarenta y ocho primeros títulos de Grado. Los únicos cinco Grados de la Facultad de Filología son:
Grado en Español, Lengua y Literatura,
Grado en Lenguas Modernas y sus Literaturas,
Grado en Estudios Ingleses,
Grado en Filología Clásica,
Grado en Estudios Semíticos e Islámicos.

http://www.ucm.es/info/ucmp/cont/descargas/prensa/tribuna1498.pdf